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viernes, 2 de marzo de 2012

El dinero ante todo

La semana pasada el Diario Médico publicaba una sentencia en la que se condenaba a pagar a la sanidad pública asturiana 80.000 euros a los padres de un niño nacido con ausencia de globos oculares. Los padres habían pedido 300.000 euros. La sentencia alegaba que la malformación del hijo debía haber sido detectada en su momento, cosa técnicamente posible, para que la madre hubiera podido elegir su derecho a abortar.
La noticia no recogía la posibilidad de que esta patología pueda ser tratada o no, puesto que la ley no menciona esta opción. Muchas de las aparentes malformaciones graves pueden ser solventadas en la actualidad. Por ejemplo, la sordera congénita puede ser tratada con la colocación de un oído artificial denominado “implante coclear”.
Pero la principal reflexión que surge es: ¿qué pensará esta persona cuando se entere de que sus padres hubieran preferido abortarla, que su nacimiento supuso una carga que hubieran preferido evitar y que pidieron dinero por no haber podido hacerlo? ¿Qué le pesará mas, ser ciego –si es que finalmente la tecnología no resuelve su discapacidad- o el haberse sentido rechazado en su nacimiento?.
Es cierto que la sentencia no indica que la opción elegida por los padres hubiera sido el aborto. La condena a los servicios sanitarios es por imposibilitar un derecho legal a un usuario, el derecho a decidir seguir o no con el embarazo. Ahora bien, no veo la manera de explicar a un hijo que sus padres han pedido 300.000 euros por no habar tenido la opción de liquidarlo en el vientre materno, pero que era un niño supuestamente deseado y querido.

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