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domingo, 28 de junio de 2009

ASAMBLEA DE LA PLATAFORMA


Todos las personas y asociaciones adheridas a la plataforma, así como los simpatizantes y voluntarios de la misma, estais convocados a la próxima asamblea de la misma el martes 30 de junio. Vuestra presencia es importante.
Orden del Día
1.- Presentación de la Memoria de las actividades realizadas.
2.- Presentación de cuentas.
3.- Proyectos a realizar
4.- Cambios en al comisión coordinadora.

Fecha:30 de Junio
Hora: 20 h.
Lugar: Fundación Miguel Castillejo. c/ Plaza de las Doblas 1.

domingo, 21 de junio de 2009

Sobre el proyecto de Ley de Muerte Digna


El pasado 14 de junio, el periódico El Día de Córdoba publicó un reportaje sobre la nueva Ley que quiere imponer la Junta de Andalucía sobre la denominada muerte digna. Este diario tuvo a bien preguntar nuestra opinión, reconociéndonos así un peso específico como colectivo ciudadano. El cuestionario que nos presentó fue contestado por Julio Ortega, médico y miembro de la comisión organizadora de nuestra plataforma cívica. He aquí las respuestas completas al mismo, de las que solo se publicaron una parte.


1)¿Cree que ha existido un debate profundo y riguroso antes de la aprobación por parte del Consejo de Gobierno de la Junta de la normativa o, por el contrario, el procedimiento está siendo precipitado?

No ha existido ningún debate sereno y sosegado sobre el tema. Esta proyecto de ley por precipitado es redundante e innecesario, puesto que no aporta ninguna medida relevante que no esté actualmente regulada. Lo único novedoso viene al garantizar una habitación individual a los pacientes terminales. Esto se realiza siempre que se puede, pero sin la garantía que ahora se pretende.
Así, la limitación del esfuerzo terapéutico es un derecho reconocido en la Ley de Autonomía del Paciente y en los códigos que guían una práctica médica ética (por ejemplo, en el artículo 28 del Código de Ética y Deontología del Colegio de Médicos y en el artículo 12 de la Guía de Ética Médica Europea).
En cuanto al derecho del paciente de estar informado, esta cuestión, recogida en el artículo 11 del citado Código de Ética y Deontología, también está convenientemente regulada y es algo plenamente asumido por el colectivo médico.
Quien reclame legislar lo ya legislado muestra desconocimiento o extraños intereses. El hecho de insistir tanto en respetar la decisión del paciente, cosa que ya se hace en la práctica clínica siempre que no se atente contra la ley, va allanando el camino hacia la eutanasia activa y el suicidio asistido. Actualmente el paciente puede rechazar un tratamiento, lo cual es totalmente lícito. Parece que lo que se pretende es que con el tiempo se le dará el poder de imponer el tratamiento, en base a su derecho a decidir, prevaleciendo su criterio sobre el del profesional.

En lugar de tanta demagogia, hubiera sido interesante definir los controles que determinen qué situaciones se consideran “obstinación” o “encarnizamiento terapéutico”, ya que es ahí donde puede existir conflicto en la actualidad.

2) ¿Considera adecuado que sea la Junta de Andalucía la administración que regule estos procedimientos, o debería quedar en manos del Gobierno central?

La Junta de Andalucía, como en otras ocasiones, se toma atribuciones que no le corresponden. En lugar de perder el tiempo con falsos debates que sólo a ella le interesan por cuestiones ideológicas, sería más provechoso para los andaluces que dotara suficientemente los servicios de cuidados paliativos o cumpliera con lo previsto en la Ley de Dependencia, garantizando de verdad una "vida digna".

3) ¿Cree que la edad de 16 años es adecuada para que un joven pueda decidir sobre el proceso de su muerte, o tendría que subirse el tope a los 18 años?

Debemos ser coherentes con la responsabilidad que atribuimos a los menores. No es admisible que a nuestros jóvenes se les obligue a tomar decisiones en unos temas de acuerdo con la ideología gobernante y en otros sean sus padres los responsables.

4) En cuanto a los profesionales médicos, ¿debe la normativa incluir la objeción ética para los médicos que se opongan?

La objeción de conciencia del profesional médico es algo que no se debe regular, sino garantizar. Desde el momento en que se admita que algún órgano de poder imponga su criterio en la actuación de un facultativo, habremos abierto la puerta a la prevalencia de criterios de otro tipo, como pueden ser los económicos, sobre los médicos.

Entrevista en el semanario La Calle

La pasada semana el semanario La Calle publicó una entrevista a Julio Ortega, médico otorrinolaringólogo, miembro de la comisión dela Plataforma Córdoba por el Derecho a la Vida y administrador de este blog. En dicha entrevista se denunció la corrupción de los profesionales sanitarios de las clinicas abortistas. También se comentó la hipocresía de la sociedad que según el momento de desarrollo califica a un ser humano como malformado, por lo que lo que se permite su condena a muerte en el seno materno, pero que, en el caso de que nazca, se le denominará discapacitado y se le otorgará todos los derechos posibles. El derecho a la vida es inherente a todo ser humano, independientemente de su momento de desarrollo.

Julio Ortega reclamó medidas sociales, laborales, económicas y afectivas para las mujeres embarazadas, especialmente para las que han sido víctima de una violación, negando que el acto violento que han sufrido se remedie con otro acto violento sobre su cuerpo, como es el aborto. La sociedad debe articular medidas alternativas entre las que se incluyen, además de las expuestas , una ley de adopción eficaz.
Para reducir el número de embarazos no deseados entre los jóvenes, Julio Ortega apeló a inculcarles el sentido de responsabilidad, a la educación en valores, que es mucho más que información.
Accede a la entrevista completa en:

http://www.lacalledecordoba.com/noticia.asp?id=18283

LA BELLOTA Y LA ENCINA

Os presentamos una nueva colaboración. En esta ocasión la remite nuestro amigo Antonio Moya, activo luchador por la vida, culto y documentado, por lo que sus escritos constituyen una buena base de argumentos para reflexionar.

LA BELLOTA Y LA ENCINA

En el actual debate sobre el aborto en España poco a poco se va abriendo paso a nivel popular un cierto raciocinio en el que no cuelan las ansias criminales de los propietarios de negocios abortivos y de los políticos que les jalean.
La afirmación de Bibiana Aído de que el feto es un ser vivo, pero no un ser humano se revela como una sandez y como un alarde de ignorancia absolutamente impropia de quien ocupa un sillón en el gobierno de un país que aspira a considerarse medianamente serio. No hace falta ser científico para saber que el ADN de una primera célula recién concebida es exactamente el mismo que el de ese ser humano a la vuelta de 80 años, lo cual marca una continuidad biológica sin cambios ni interrupciones en cuanto a la modalidad de ser viviente que ahí está. Lo único que se producen son transformaciones, pero siempre dentro de ese ser, que es único e irrepetible en el conjunto de todos los seres vivos que han existido y existen.
Además, esas transformaciones no sólo se producen en el seno materno, sino a lo largo de toda la vida. Basta ver una fotografía de un niño de un año y otra del mismo individuo 40 años después, por ejemplo. También se puede considerar el fenómeno del recambio celular por el cual las células de nuestro organismo van muriendo y siendo sustituidas por otras nuevas que se van generando, de modo que cada 7 años aproximadamente recambiamos todas las células. Ante este fenómeno podríamos preguntarnos si somos los mismos que hace 15 años, por ejemplo, ya que de las células que componían entonces nuestro organismo, probablemente no queda ninguna. La respuesta es que sí somos los mismos porque existe en nosotros una continuidad biológica basada en la identidad de nuestro código genético a lo largo de nuestra vida.
Estos razonamientos que acabo de hacer vienen abrumadoramente avalados por la ciencia moderna, de modo que lo que desde siempre se ha tenido como cierto de un modo intuitivo y natural, ahora lo conocemos por métodos científicos contrastados y probados, de modo que negar estas verdades ya no entra en el campo de la opinión, sino en el de la ignorancia o en el de la maldad ante fines turbios inconfesados.
De todas formas la afirmación de Bibiana Aído tiene más enjundia de lo que parece, pues defender el asesinato de seres inocentes es algo que va contra la racionalidad y un mínimo sentido ético, y por tanto, al menos de momento, contra lo políticamente correcto. Como quiera que es insostenible defender el asesinato de un ser humano en las condiciones que sea, la señorita Bibiana Aído no ha tenido más remedio que verse forzada a afirmar que eso que hay en el seno materno no es un ser humano. De esta manera, aunque sea contradiciendo la ciencia y quedando como una cateta, al menos la ministra salva el tipo de la coherencia en lo relativo a no hacer apología del asesinato de inocentes.
Debo decir en defensa de la ministra de Igualdad que esa búsqueda de coherencia en ese punto me parece bien, y que yo también sería abortista si tuviera la seguridad de que lo que hay en el seno materno no es un ser humano ya que a mí lo que me importa no es el aborto desde un punto de vista formal, sino que el aborto es un asesinato. Si el feto no fuese un ser humano, abortar no sería un asesinato y por tanto sería equiparable a quitarse un tumor o a extirparse la vesícula o una pieza dentaria por ejemplo, operaciones todas ellas de muy bajo o casi nulo contenido ético.
Tengo un amigo que si no es del PSOE poco le falta. Aunque en ciertos temas estamos en las antípodas, en otros muchos no, y en cualquier caso mantenemos frecuentes conversaciones en las que abiertamente exponemos nuestros puntos de vista y nos escuchamos uno al otro. Como no podía ser menos, en los últimos meses hemos hablado de este tema. Yo le he expuesto los razonamientos de más arriba, pero debo decir que no le he convencido. Por desgracia, aunque la ciencia aporte evidencias y verdades como puños, el fanatismo de quienes se obstinan en la maldad o al menos en las propias opiniones por el mero hecho de que son propias, es muy fuerte. Los partidarios del aborto tienen claramente una asignatura pendiente que no es otra que ceder gozosamente ante la belleza de la verdad y abrirse a ella sin pensar en las consecuencias políticas o sociales que pueda tener tal apertura. Siempre es mejor la verdad que lo que ella acarree, aunque sea duro.
Volviendo a mi amigo, un argumento que él maneja para apoyar su tesis abortista es el de decir que si destruimos una bellota no estamos destruyendo una encina, o más plástico, si nos comemos una bellota no nos estamos comiendo una encina. La bellota es la bellota y la encina es la encina. O el huevo es el huevo y el pollo es otra cosa, y no es lo mismo comerse un huevo que un pollo.
El planteamiento científico del ADN explica perfectamente la cuestión, si bien filosóficamente también se puede razonar que existe una continuidad en el ser que no es óbice a la existencia de ciertas mutaciones debidas al desarrollo y de igual manera no es filosóficamente correcto caer en el nominalismo en detrimento de la atención en el ser de las cosas.
Ninguno de estos razonamientos ha servido frente a la dureza de cerviz de mi amigo.
Parece ser que en el entorno en que me muevo la analogía de la bellota y la encina circula con más profusión de lo que yo me imaginaba. El otro día, sin venir a cuento se presentó en mi despacho un señor ya un poco mayor, de unos 70 años, agricultor, no amigo todavía, pero sí conocido, con quien he tratado algunas veces asuntos profesionales de carácter urbanístico. Traía en la mano una bolsita transparente en la que se veía una pequeña ramita con hojas. Yo, como soy de ciudad, no tuve ni idea a primera vista acerca de la especie vegetal que traía en la mano. Hablamos de un asunto urbanístico, y al terminar, sacó de la bolsita el esqueje indicándome que se trataba de una rama de encina. Puso delante de mis ojos la ramita en la que me hizo observar unos pequeños brotes puntualizando que en los mismos no se ven las bellotas. Sin embargo abriendo esos brotes, ahí están las bellotas, pequeñísimas. Es preciso diseccionar los pequeños brotes, pero efectivamente ahí están, pequeñas pero enteras las bellotas, y de la misma manera, al plantar las bellotas en la tierra, de ellas sale el árbol.
Evidentemente el razonamiento de este señor no es científico, es un razonamiento de persona sencilla que no tiene inconveniente en abrirse a la verdad observando la naturaleza. Ni me molesté en explicarle lo del ADN; no le hacía falta; tenía la sabiduría que han tenido durante milenios todos los hombres y mujeres que se han abierto sencillamente a la verdad y que la han antepuesto a posturas acomodaticias con fines inconfesables cargados de maldad.
Me quedé la rama de encina con sus brotes. La tengo en mi despacho, junto al ordenador. Me recuerda que la verdad a veces es más asequible de lo que nos imaginamos.


Antonio Moya Somolinos.

sábado, 13 de junio de 2009

´Nuevo blog desde Montilla

Nuestros amigos montillanos se están organizando y han creado su propio blog para difundir el mensaje de defensa de la vida por encima de cualquier otra consideración. Os animamos a visitarlo.
http://montillavida.blogspot.com
Ánimo y ¡Adelante!

Colaboración

El siguiente artículo nos lo envía un colaborador con la intención de dar difusión a sus ideas. Nuetras páginas están abiertas a cuantos quieran exponer sus puntos de vista sobre la defensa de la vida, por lo que animamos a todos a seguir el ejemplo. Muchas gracias.


EL DERECHO A LA VIDA
Un poco al margen de la Ciencia, de la Filosofía, de la Política e incluso de la Religión, pues en esos campos está muy trillado por quienes de una u otra parte les corresponde, con unos y otros fines, por desgracia no siempre correctos, voy a olvidarme de términos como genoma, embrión, feto, vitelo, etc. Etc. Para hablar de la vida a base de perogrulladas y redundancias archiconocidas, pero sobre todo, y esto es lo importante, al alcance del pueblo llano, de la gente sencilla, de la gente vulgar y poco docta pero en cuyos corazones habita un ser único y maravilloso que se llama amor. Una madre aprieta a su bebé contra su pecho y le dice: ¡Mi vida! ¡Vida mía! ¡Mi rey! ¡Mi cielo! ¡Corazón mío! ¡Mi amor! (Unas expresiones que le salen sin pensarlas y la van elevando al cielo, al paraíso, a lo divino, a Dios... Sin haber estudiado nada esa madre ya vislumbra algo grandioso y único: el milagro de la vida. Esa criatura es un regalo del cielo, es un don divino. Se advierte el atisbo de algo sobrenatural: “el carácter sagrado de todo ser humano”.
Y al niño, cuando ya está entre los dos y los tres años, le preguntan (de una forma indiscreta, por supuesto) “Tú, ¿a quién quieres más?”. Y él dice sin dudarlo: “A mi mamá”.
Esta es la razón de ser de la vida, el germen de la familia. Si destrozamos la familia, destrozamos la sociedad y destrozamos la nación. Estamos invirtiendo los valores, no se habla de sacrificio, de esfuerzo, de renuncia, de virtud, de mérito, de estudios o de trabajo. Y sí mucho de aborto y de píldora abortiva. Ambos son un crimen, tanto para las que lo practican como para los que lo consienten y autorizan.
Cuando una madre mata a su hijo (a lo que más debería querer) ya queda marcada para toda su vida. Ese estigma no se lo quitará nunca de encima porque es la trasgresión de una ley natural que no la ha promulgado el hombre. Ha quitado una vida y se condena a sí misma de por vida a cadena perpetua. Se crea su propio infierno del que no le va a sacar nunca ningún politiquillo de pacotilla; con él no va el tema (una cosa es predicar y otra dar trigo), no tiene conciencia ni la mujer le importa nada.
¿Qué va a pasar si una niña de 16 años hace lo que le apetezca, lo que le pida el cuerpo, si cree que la vida es una orgía, una pura fiesta, un disfrute constante de los sentidos y del sexo? ¿Y si, además, hace lo que le recomienda, garantiza y permite el gobierno y nunca lo que le digan sus padres, que casi siempre son tontos, egoístas y no sirven para nada, sino para interferir (qué será eso)?.
¿Para qué molestarse en estudiar y sacrificarse si, total, la vida son tres días?.
Somos los últimos de Europa, pero ¡qué bien vivimos!

P. G. Suárez.