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domingo, 25 de octubre de 2009

Rechazo social una ley inicua

Rechazo social a una ley inicua

Muchos somos los que estamos en contra de la actual ley del aborto, pero la reforma auspiciada por el Gobierno concita un rechazo social mucho mayor. Aquélla, aún siendo un coladero, contempla el aborto como un mal y lo despenaliza en tres determinados supuestos. Ésta, en cambio, eleva a la categoría de derecho la decisión de matar al niño dentro de las 14 primeras semanas de embarazo y no introduce ninguna condición para ponderar tal decisión. Basta que la mujer exprese su deseo de acabar con el fruto que lleva en las entrañas para que el Estado se aplique a ello con toda determinación.

Hay pocas palabras para calificar una ley semejante. Cada uno debe juzgarla en conciencia, pero una gran mayoría de ciudadanos la creemos inicua y aberrante, anclada en el subjetivismo más cruel y digna de ser contestada por todos los medios posibles.

Pocas veces nuestro país ha sido más letal para la especie humana. Cada año matamos más de 110000 de los nuestros. Si hay seres humanos indefensos, son, por esencia, éstos: los que mueren trizados bajo la aquiescencia del Estado en el vientre de sus madres, no sin que antes los ideólogos y los consentidores del abortismo ignoren su realidad más profunda: su indeclinable dignidad de seres humanos.

La magna manifestación del 17 de octubre en Madrid, y los millones de personas que en conciencia la secundamos, prueban que la sociedad está reaccionando ante el aborto, que hay una demanda imparable de leyes eficaces a favor de la mujer embarazada y que hay una fortísima determinación ciudadana para que la mayor lacra social de los siglos XX y XXI termine, como una mala fiebre, por desaparecer. No hay duda, venceremos.

Miguel Ángel Parra Rincón

miércoles, 14 de octubre de 2009

No hay nada más injusto que una ley injusta

Desde la Asociación Presencia Cristiana no remiten el siguiente comunicado.


NO HAY NADA MÁS INJUSTO QUE UNA LEY INJUSTA

Las leyes tienen como finalidad básica defender la justicia (suum cuique), evitar la “ley de la selva”, la ley del más fuerte, proteger y garantizar los derechos y los deberes de todos los ciudadanos y además deben ser el referente para las pautas de conducta: qué es lo lícito y legítimo, y qué es lo que contraviene el código ético en una sociedad civilizada.

La “ley del aborto” o “de plazos” es una auténtica aberración y repugna a la moral y a la conciencia. En vez de proteger el derecho más primario, el de la vida, del nasciturus, proclama a bombo y platillo (el lobby de los progres) la ampliación del derecho de la mujer a decidir libremente sobre la criatura que lleva en sus entrañas.

Abortos, asesinatos, crímenes de toda índole, hay todos los días, son colaterales a la condición lupina de la especie humana, pero es obligación y deber del legislador y de las gentes de bien procurar, por todos los medios disponibles, evitar que se produzcan o, al menos, reducir las estadísticas.

¿Creen nuestros legisladores y gobernantes que con esta “ley de plazos” se va a reducir el número de abortos? Cabe esperar todo lo contrario: desde el momento en que cale en nuestra juventud esta moral de la vida, sin más principios ni valores éticos que la propia conciencia y el albedrío particular de la futura mamá, el pronóstico de lo que se avecina a este respecto nos retrotrae a civilizaciones abominables y ya periclitadas.

Todas las personas de bien, todos los colectivos y asociaciones que compartimos ideales y prin
cipios sagrados, como el derecho a la vida del nasciturus, tenemos la obligación y el deber moral de rebelarnos ante esta injusticia. La Asociación Presencia Cristiana invita a participar en la manifestación por la vida que tendrá lugar en Madrid el 17 de octubre. Vuestra presencia y vuestro testimonio en este acto son muy necesarios.

Junta Ejecutiva
Asociación Presencia Cristiana

lunes, 12 de octubre de 2009

Momentos históricos

Hay momentos en la historia de la humanidad en los que la sociedad se enfrenta a dilemas morales importantes. El modo en que se enfrenta a estos asuntos hace que siglos después una sociedad sea recordada con honor o con desprecio.

Recordamos cómo durante la antigüedad la esclavitud era considerada como algo normal y necesaria para el correcto funcionamiento de la sociedad, para el progreso económico y para la construcción de grandes monumentos. Las personas de aquella época no hicieron nada para defender el derecho a la libertar que hoy en día todos reconocemos y tenemos. Nos preguntamos: ¿cómo es posible que durante tantos años nadie hiciera nada para defender a los esclavos? ¿En qué pensaba esa sociedad?. ¿Acaso no veían la gran injusticia que se producía con sus vecinos delante de sus ojos? ... Y, por supuesto, estamos seguros de que nosotros, en una situación parecida, reaccionaríamos y nos enfrentaríamos a esa injusticia.

También bien la sociedad estadounidense tuvo que enfrentarse al dilema de la esclavitud. La industria del algodón tenía que seguir siendo rentable y para algunos sólo se trataba de negros, no de personas dignas de todo derecho. Hoy nos preguntamos ¿cómo es posible que durante tantos años nadie hiciera nada para defenderlos? ¿En qué pensaba esa sociedad? ¿Acaso no veían la gran injusticia que se producía con sus vecinos delante de sus ojos? ... Y por supuesto, estamos seguros de que nosotros, en una situación parecida, reaccionaríamos y nos enfrentaríamos a esa injusticia. En este caso, reconocemos con alegría que hubo una buena parte de la sociedad que consideró que la dignidad del ser humano está por encima de otros intereses y finalmente la esclavitud fue abolida.

Durante los años de mayor esplendor del imperio romano, en el Coliseo (y en muchos otros circos) había espectáculos que consistían en ver cómo varios gladiadores se mataban entre ellos. El derecho a la vida eliminado para poder tener una diversión. Era más importante el pasar un buen rato con ese espectáculo macabro que la vida de esas personas. Y nadie hacía nada por evitarlo. ¿Cómo es posible que durante tantos años nadie hiciera nada para defenderlos?. ¿En qué pensaba esa sociedad?. ¿Acaso no veían la gran injusticia que se producía con sus vecinos delante de sus ojos? ... Y por supuesto, estamos seguros de que nosotros, en una situación parecida, reaccionaríamos y nos enfrentaríamos a esa injusticia.

Más recientemente, en pleno siglo XX y en una sociedad avanzada y democrática como la alemana se procedió al asesinato a escala industrial de miles de personas por el simple hecho de ser judíos o polacos o no responder al ideal de raza que el régimen estableció para su país. El genocidio nazi es recordado como uno de los peores momentos de la historia de la humanidad. Durante varias décadas muchos alemanes han sentido vergüenza de sus padres o abuelos. ¿Cómo es posible que durante tantos años no hicieran nada para defenderlos?. ¿En qué pensaba esa sociedad? ¿Acaso no veían la gran injusticia que se producía con sus vecinos delante de sus ojos? ... Y por supuesto, estamos seguros de que nosotros, en una situación parecida, reaccionaríamos y nos enfrentaríamos a esa injusticia.


Pues bien, ahora somos nosotros. La sociedad española de principios del siglo XXI se enfrenta a un momento que la historia recordará durante siglos y nos toca decidir cómo queremos ser recordados. Porque es seguro que algún día harán esas mismas preguntas sobre nosotros: ¿cómo es posible que no defendieran EL DERECHO A LA VIDA, el más elemental de los derechos?. ¿En qué pensaba esa sociedad? ¿Tal vez sólo en olimpiadas y crisis económicas? ¿Acaso no veían la gran injusticia que se producía con sus vecinos, LOS NO NACIDOS Y LAS EMBARAZADAS, delante de sus ojos? ...

DESPIERTA: es el momento de reaccionar y de enfrentarte a esta injusticia. No te calles: habla con tus vecinos, familiares y compañeros de trabajo. Que todos sepan que tienes claro que el aborto es un asesinato. Si tienes alguna responsabilidad sobre adolescentes insiste en una sana educación afectivo-sexual tendente a evitar embarazos no deseados. Si puedes, ve el 17 de octubre a la manifestación de Madrid. Si estas afiliado a algún partido político (no importa cual) no te calles y haz saber al comité local que no piensas apoyar a los que apoyan este nuevo genocidio de no-nacidos. Si trabajas en el campo de la salud, procura evitar que se produzcan nuevos miles de abortos-asesinatos “del día después”. Si eres periodista y trabajas en algún medio de comunicación (no importa cual) escribe artículos dejando clara tu opinión sobre el aborto y el gran negocio de las clínicas abortistas. Si eres creyente y perteneces a alguna religión (no importa cual) reza y anima al rezo para que Dios nos ayude en esta difícil tarea. Si perteneces a alguna hermandad, ONG, o asociación de vecinos actúa sin miedo a perder subvenciones ¿no es más importante el derecho a la vida? Organiza conferencias o coloquios, pega carteles, haz una canción, escribe a las autoridades y a los periódicos, envía y reenvía correos, manifiéstate, reza, educa,...

¿Cómo quieres que la Historia te recuerde en este momento?
Miguel Ángel Sánchez

sábado, 10 de octubre de 2009

Corrupción en grado sumo

CORRUPCION EN GRADO SUMO

Estamos acostumbrados a las noticias que a diario nos proporcionan los medios de comunicación sobre casos de corrupción política. Sobre el llamado “caso Gúrtel” ya han corrido rios de tinta y los que correrán aún. Desde el poder se utiliza la corrupción política de la oposición como arma para destruirla,a la vez que se oculta o se minimiza la propia. Para ello se utilizan, sin ningún pudor, las instituciones del Estado, Fiscalía y policía, lo cual ya de por sí es políticamente indecente.
Pero la corrupción en grado sumo es pretender , por ley , reconocer como derecho lo que no es más que un crimen alevoso: asesinar a un ser humano indefenso e inocente en el claustro materno.
La potestad que quiere otorgar el Gobierno a la madre para terminar impunemente con la vida del hijo que lleva en su seno constituye la mayor forma de depravación moral, y si la sociedad no reacciona masivamente ante semejante atrocidad, demostraría que la conciencia se ha degradado hasta el extremo de convertir en derecho lo que no es más que un crimen abyecto

Antonio Ruiz-Cabello Sanz

domingo, 4 de octubre de 2009

Esencia de mujer

Nuestro amigo Antonio Moya nos ofrece su particular opinión sobre la manifestaciónes populares en general y la del día 17 en particular. Habrá que contestarle para que cambie de parecer. ¿Quién se anima?.

ESENCIA DE MUJER

Escribo estas líneas tres semanas antes de la gran manifestación en defensa de la vida, de la mujer y de la maternidad proyectada para el próximo 17 de octubre.
No voy a ir a la manifestación a no ser que alguien me convenza en estos días, lo que considero poco probable porque lo tengo bastante meditado. Es cierto que he animado y animo a todo el que pueda a que vaya si ello va con su carácter y su modo de ser, pero yo personalmente no me veo en esa concentración. El motivo es porque no me gustan las manifestaciones aunque me parezcan bien en determinadas circunstancias.
Veo bien una manifestación como medida de libertad de expresión y de hacer patente la voluntad del pueblo de un modo directo cuando los mecanismos representativos de una democracia fallan y desde el gobierno se ejerce la tiranía, como sucede con el actual Ejecutivo en España. Sin embargo, las manifestaciones suelen tener una cierta carga querulante que no me interesa. En las manifestaciones se esgrimen slogans, se grita, se canta, e incluso se insulta y se rompe el mobiliario urbano y los escaparates de las tiendas, aunque esto último estoy seguro que no va a pasar en el próximo 17-O. En cualquier caso el tono de una manifestación me parece a mí que va más por la línea de vencer, cuando en este asunto lo que me interesa es convencer. Con las manifestaciones siempre pasa que se forman dos bandos enemigos, los manifestantes y los que sostienen ideas contrarias a los manifestantes. Unos y otros se radicalizan.
No conozco manifestaciones que hayan terminado en diálogo entre contrarios. Si acaso, en las manifestaciones se contacta con gente que piensa igual que uno, pero dedicarse a convencer de algo al que ya está convencido me parece que no es aprovechar el tiempo que tenemos, tan escaso. Yo prefiero hablar uno a uno con amigos o amigas proabortistas, exponerles mis razones y escuchar las suyas. También suelo escribir sobre este tema, con la esperanza de que alguien encuentre sugerente alguna de las ideas que vierto en mis escritos y se mueva a replantear sus posiciones. Estoy convencido que no son los slogans, sino las ideas, las que mueven a las personas, y que en el ámbito individual las personas actúan con más libertad que dentro de una masa.
Aunque no vaya a la manifestación no quiere decir que no esté de acuerdo con las ideas de fondo que la mueven, pero me imagino que todo el mundo comprenderá que no todos somos iguales y que hay varias formas de defender a la mujer y a la vida no teniendo que ser forzosamente todas iguales. Lo importante es comprometerse en defensa de estos valores; el modo, depende de cada cual.
El motivo de la manifestación es la defensa de la vida, pero también de la maternidad. Esto último es muy importante. Me parece que los proabortistas tienen una idea equivocada de lo que es la maternidad y también de lo que es la mujer. Saber algo de filosofía siempre viene bien por aquello de que es bueno llegar a la verdad de las cosas de un modo racional, que es lo propio del ser humano.
Sócrates, a mediados del siglo V antes de Cristo se hizo una pregunta revolucionaria que hasta entonces ni siquiera los filósofos eleáticos, naturalistas o sofistas se habían planteado. Todos éstos se habían preguntado de una u otra manera “¿Qué son las cosas?”, mientras nuestro ateniense se preguntó “¿Qué es el hombre?, ¿Cuál es la naturaleza y la realidad última del hombre?, ¿Cuál es la esencia del hombre? Es decir, cambió el foco de atención desde el mundo externo al hombre mismo.
Tras mucho pensar y con el bagaje de los conocimientos anteriores a él, Sócrates dio respuesta a esa pregunta. El hombre es su alma, puesto que su alma es aquello que lo distingue de manera específica de cualquier otra cosa. Sócrates entiende por alma nuestra razón y la sede de nuestra actividad pensante y ética. Gracias a este descubrimiento, Sócrates creó la tradición moral e intelectual de la que Europa ha vivido siempre desde entonces. Más aún, la palabra “alma”, para nosotros, debido a corrientes espirituales a través de las cuales ha pasado a lo largo de la historia, siempre suena con un matiz ético y religioso. De la misma manera, las expresiones “servicio de Dios” y “cura de almas” también suenan a cristianas. Sin embargo, el significado superior de las mismas fue adquirido por primera vez en boca de Sócrates.
De la misma manera que saber qué es el hombre puede venir bien para manejarse en el mundo de los seres humanos, pienso que preguntarse por la esencia de la mujer y por la esencia del varón puede ayudar todavía más. Centrándonos en la mujer, ¿Qué es lo esencial en la mujer?, ¿Qué es lo propio de la naturaleza de la mujer? Se pueden dar multitud de respuestas. Incluso existe una película con ese título protagonizada magistralmente por Al Pacino.
Yo, al igual que Sócrates, también voy a dar una respuesta, muy meditada y sobre todo muy estudiada. Lo esencial en la mujer es la maternidad. Hay otras cosas que caracterizan a la mujer, pero no a modo de esencia, sino de consecuencia. Es verdad que el rostro femenino es característico de la mujer. Y también la dulzura en el timbre de voz. Y la configuración de las caderas y los pechos y otras partes del cuerpo. Y el distinto modo de funcionar el cerebro ante los estímulos con respecto al varón, y la distinta proporción de masa cerebral. Y el tipo de conocimiento, más intuitivo y concreto, mientras el del varón es más analítico y especulativo. Y la tendencia a manifestar los sentimientos. Y la poca fuerza y ánimo competitivo. Y el gusto por lo delicado y sutil. Y la distinta configuración cromosómica de cada una de sus células. Podríamos enumerar muchas más cualidades. Sin embargo el factor común de todas ellas es su orientación a la maternidad. Efectivamente, todas estas características y muchas más que pudiéramos enumerar obedecen a un objetivo que no es otro que la maternidad.
Toda mujer tiene vocación a la maternidad. Ello no quiere decir que todas tengan forzosamente que llegar a ser madres so pena de fracasar como mujer. Puede suceder que una mujer no llegue a ser madre por diversas circunstancias: por enfermedad o indisposición física o sicológica, por haber entregado su vida a los demás, que es otro modo de ser madre, por haber sido llamada por Dios al celibato, que también es otro modo de maternidad, o sencillamente porque no ha encontrado su media naranja, lo cual no le impide volcar sus valores maternales en otras personas. Me imagino que el lector dará por supuesto que la maternidad humana no es sólo una cuestión material o biológica, sino que afecta a la “persona-mujer” en todo su ser personal.
Ahora bien, lo habitual cuando no se dan otros motivos especiales es que la mujer tienda a ser madre. Tan impresionante es en si misma la maternidad que desde las épocas prehistóricas el hombre llegó a rendirle cierto culto esculpiendo pequeñas esculturas de mujeres embarazadas en los albores de las manifestaciones artísticas.
Por eso, pienso que el momento presente es sin duda la página más oscura de la Historia pues en diversos países, España entre ellos, se legisla como derecho el asesinato premeditado del feto en el mismo vientre de la madre. Se ha traído y llevado tanto el tema del asesinato del niño no nacido que hay quienes ya se han acostumbrado a ello y hablan de “interrupción voluntaria del embarazo” como quien habla del impuesto de sociedades o de la reforma agraria. Quizá todo esto ya no les diga nada a su conciencia encallecida. Pero ¿No les dice nada que se legisle para destrozar la maternidad, aquella cualidad de la mujer venerada desde la Prehistoria? ¿Cabe mayor crueldad que organizar la sociedad para promover la frustración de aquello más sagrado para la mujer que es su inminente maternidad?
Sin lugar a dudas esta es una ley machista, sin ambages, pues pretende forzar a la mujer a adoptar un patrón masculino en lo más íntimo de ella: los varones no podemos ser madres. La revolución sexual de Wilhem Reich de los años treinta del pasado siglo es una cruel mentira en la que están cayendo como moscas millones de mujeres desde entonces. Este es otro aspecto de esta gran tragedia, que hayan caído desde hace setenta años tantas mujeres en un engaño tan simple. ¿Será cierto que también podría ser característica de la mujer la facilidad para dejarse embaucar con engañifas destinadas a arruinarla como mujer?
Siento verdadero horror cada vez que pienso que una mujer haya podido actuar o permitir que otros actúen en su cuerpo para arruinar su maternidad. Es el acto más claro de destrucción de su dignidad. Nunca existen ni existirán razones para asesinar a un niño en el vientre materno. Ni siquiera en esos supuestos que defiende el PP. Pero tampoco las habrá nunca para machacar salvajemente la propia dignidad de madre o para que la machaquen otros. Destruir la maternidad es destruir a la mujer en su más íntima esencia y por ello destruir la sociedad misma.
Zapatero no es un bobo solemne o un tonto como otros quieren tildarlo; es sencillamente un malvado. No se me ocurre otra cosa peor que decir de él porque no hay nada peor que pueda ser un hombre que malvado. También sirven a la causa de la maldad las tres ministras protagonistas de esta ley, Mª Teresa Fndez de la Vega, Trinidad Jimenez y Bibiana Aído, ninguna de las tres madre, no por exceso de amor, sino por ausencia del mismo; fracasadas como mujeres y exportadoras de su propio fracaso.
Cuando tenía 15 o 16 años me ilusionaba pensar en el futuro, entre otras cosas porque tendría la oportunidad de construir, junto con los de mi generación, un mundo mejor que el heredado de la generación de mis abuelos o de mis padres. A la vuelta de casi 40 años veo que este mundo es claramente peor. El paisaje marcado por el aborto es sórdido. La Historia tratará muy duramente a mi generación, y con razón. El daño causado es ya irreparable. Sólo queda esperar que no se prolongue en el tiempo. La manifestación del 17-O, las consideraciones de las líneas precedentes, la ilusión siempre inagotable de querer hacer continuamente el bien, todo ello puede contribuir a pasar esta página negra de la Historia que nos ha tocado vivir.



Antonio Moya Somolinos