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lunes, 21 de marzo de 2011

¿POR QUÉ SÍ A LA VIDA?


Proclamar “sí a la vida “ no es repetir un eslogan. Es una reivindicación que lleva implícito un compromiso de defensa del primero de los derechos -la posibilidad de vivir- y de los valores permanentes inherentes a la condición humana: su libertad, su dignidad y su integridad.

Este derecho a la vida no es otorgado por ninguna sociedad o estado, pero corresponde a éstos la garantía de su buen desarrollo. Nadie, ni individual ni colectivamente, puede decidir sobre la vida de otro ni suprimir o menguar su dignidad, su libertad o su integridad. Por ello, en las sociedades avanzadas se rechaza la violencia para conseguir fines políticos (terrorismo), materiales (guerra de conquista, explotación laboral) o afectivos (violencia doméstica), se persigue todo intento de afrenta a la dignidad humana (racismo, xenofobia, machismo) y la pena de muerte está desapareciendo de la mayoría de los códigos penales. Son logros que tenemos que seguir afianzando.

Pero hay periodos del desarrollo de la vida humana en los que el derecho a la existencia no sólo no está protegido, sino que se encuentra amenazado por criterios que otorgan prioridad a otros intereses ajenos a la persona.

Así, en España y en otros países supuestamente desarrollados, el derecho a la vida durante el periodo embrionario ha dejado de considerarse algo inherente a la condición humana y depende de la decisión de otras personas. De igual forma, en la etapa final del desarrollo vital se está empezando a negar el derecho a la existencia según criterios arbitrarios, implantando progresivamente la eutanasia, disimulada bajo eufemismos que a nadie engañan.

En ambas circunstancias, los partidarios de la cultura de la muerte no reparan en cercenar la libertad de quienes se oponen a sus intereses, por lo que quieren acotar -bajo la apariencia de regulación- el derecho a objetar del personal sanitario y auxiliar del mismo, y se oponen al derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones, imponiendo una educación sexual contraria, en muchas ocasiones, a las mismas.

Pero no basta con denunciar el aborto o la eutanasia. Como se ha hecho en otros ámbitos de convivencia, reclamamos políticas activas favorables a la mujer embarazada, de tal forma que ningún embarazo, por conflictivo que se presente, afecte al proyecto de futuro de la madre. De igual forma, solicitamos un esfuerzo inversor eficiente para implementar cuidados paliativos de calidad que mermen los posibles sufrimientos de los paciente terminales y estos mantengan, hasta el final natural de sus días, una vida digna..

Progresiva e imparablemente nuestro mensaje está siendo comprendido por la ciudadanía, que cada vez más entiende que el aborto y la eutanasia sólo pueden considerarse como fracasos sociales. Por ello y conscientes de que cuando el pueblo se moviliza por una causa justa termina por alcanzar su objetivo, todos los movimientos pro-vida españoles se han unido de nuevo para celebrar el Día Internacional de la Vida, atendiendo a una convocatoria de carácter mundial

Queremos una sociedad más justa, generosa y solidaria para aquellos que no tienen voz y están más desprotegidos. Reivindicamos los derechos y valores inherentes al ser humano desde su concepción hasta su final natural. Por ello proclamamos, cuantas veces sea necesario: ¡Sí a la vida!
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Julio Ortega Carpio

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