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martes, 7 de agosto de 2012

El Dr. Esparza y Rosa Regás: dos discapacitados de espíritu.

Ver para creer. Hace unos días el neurocirujano infantil Javier Esparza se atribuía un discernimiento del que carece. Declaró a los padres con hijos discapacitados que no tienen derecho a obligarlos a sufrir naciendo, sino que deben matarlos por su propio bien mientras están en el seno materno (por ahora se ha cortado de aconsejar semejante aberración sobre niños ya nacidos). Este personaje ha sido director del Hospital infantil Niño Jesús de Madrid y Jefe de Neurocirugía infantil en el Hospital Doce de Octubre. ¡Un fenómeno!. Lástima que no tenga el más mínimo conocimiento de ética. ¿Quién se cree que es para decidir quién debe vivir y quien morir?¿Como sabrá quién será feliz y quién no?
Posteriormente la escritora Rosa Regás se queja de que ya no se podrá eliminar en España a los niños discapacitados, a los que llama monstruos.
Semejantes afirmaciones, realizadas por personajes que aparentemente han triunfado en sus respectivas áreas de trabajo solo reflejan una gran estrechez de miras. No comprenden que la lucha diaria por superarse, sin buscar el aplauso ni el reconocimiento social, es uno de los pilares en los que se basa la felicidad plena. Se sentirán triunfadores, pero desde aquí admiramos más al que se enfrenta en cada acto de su vida, por simple que sea, a una batalla plagada de dificultades, siempre con una alegría y optimismo incomprensibles para los que no tienen ojos en el alma. Ellos, Esparza, Regas y demás defensores de la eugenesia, son los auténticos discapacitados, ciegos de espíritu. No pueden ver más allá de una barrera mental edificada sobre el egocentrismo y la autocomplacencia.  Pobrecitos.

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